Mercedes Brea. Catedrática de Filología Románica de la USC
En las últimas décadas del siglo XII, en las cortes nobiliarias (y regias) gallegas toma forma en lengua propia una manifestación literaria que se había ido desparramando por el Occidente europeo desde aproximadamente el año 1100: la lírica trobadoresca, apoyada en una armónica y cuidadosa combinación de letra y música, fruto de un trabajo propio de orfebres o ebanistas que componen canciones para el ocio de los señores - y, sobre todo, de las señoras - de la realeza y de la aristocracia.
Entre aproximadamente 1170 y 1350, primero en Galicia y en seguida en Portugal, León y - solo un poco más tarde - Castilla, logró fama una actividad músico-literaria que permitió conservar el nombre de más de 150 trovadores y los textos de más de 1.650 cantigas. El soporte en el que llegaron a la actualidad esos nombres y esos textos está constituido fundamentalmente por tres códices de cronología y características diferente.
El testimonio más antiguo es el Cancioneiro da Ajuda (A), confeccionado en pergamino a finales del siglo XIII, que solo contiene cantigas de amor (unas 300), dispuestas con espacios destinados a una notación musical que nunca llegó a copiarse, como no se copió el nombre de los autores, aunque se emplea una miniatura (que representa músicos en acción) para señalar cada cambio de autoría. De ahí la trascendencia del Pergamino Vindel: su confección es contemporánea, pero conserva cantigas de amigo (género no representado en A) con atribución de autoría y con música. Coinciden las dos obras en el empleo de un sistema ortográfico muy semejante al del gallego actual.
Los otros dos códices, el Cancioneiro da Biblioteca Nacional de Lisboa (B) y el Cancioneiro da Biblioteca Vaticana (V), son copias en papel realizadas en Roma a principios del siglo XVI bajo encargo de Monseñor Angelo Colocci. Contienen (especialmente B) un número muy superior de cantigas y, sobre todo, aportan los nombres de los autores y las organizan inicialmente en tres grandes bloques: cantigas de amor, cantigas de amigo y cantigas de escarño y maldicir. B y V se remontan probablemente a un cancionero del que hay noticia a mediados del s. XIV, adaptado al sistema gráfico propio del portugués, con el que también, de alguna manera, se puede vincular al Pergamino Sharrer y que debió de ser compilado en etapas sucesivas que provocaron una alteración de la estructura inicial en tres géneros.
Mientras que las cantigas de escarño son de tipo satírico, las cantigas de amor y de amigo tienen contenido amoroso, y las segundas presentan la particularidad de estar puestas en boca de mujeres, que expresan sus sentimientos y vivencias de muchas maneras y en variadas situaciones: la voz femenina es, por veces, la de una auténtica señor(a) con dominio absoluto sobre el novio, convertido en su 'vasallo' ; y, en otros casos (como muestra Martín Códax), la de una joven novia que sufre la ausencia del amado o espera encontrarse con él.