Báilalle á primavera!
La Cidade da Cultura os invita a recibir la primavera bailando. Coincidiendo con el Día Internacional de la Danza, el Museo Centro Gaiás se vestirá de colores para vivir una tarde llena de música y baile.
La Cidade da Cultura os invita a recibir la primavera bailando. Coincidiendo con el Día Internacional de la Danza, el Museo Centro Gaiás se vestirá de colores para vivir una tarde llena de música y baile.
Clausura del Ciclo de la Semana de la Cultura China con una representación de danzas tradicionales chinas por parte de dos estudiantes chinas de intercambio en la USC: Xiong Zhongmei 熊忠梅, y He Miao何淼.
Lugar: Salón de Actos, entrada libre hasta completar la capacidad de la sala.
Era cuestión de tiempo que Matarile Teatro reuniese un elenco compuesto mayoritariamente por intérpretes que proceden del mundo de la danza. En este caso tres mujeres: Mónica García, Rut Balbís y Nuria Sotelo, bailarinas/actrices con las que Ana Vallés comparte la escena, asumiendo también la dirección.
Baltasar Patiño es el diseñador de la iluminación, responsable también de la producción sonora en tiempo real.
Esta performance de danza es fruto de la colaboración con la Feria de Arte Contemporáneo Cuarto Público.
A partir de una idea original de la bailarina y coreógrafa Bárbara Monteagudo, los artistas Francisco Negreira, Raquel Piñeiro, Vanessa Otero y Carlos Santiago desarrollan una reflexión sobre el "lío" de interrelaciones que dominan nuestra vida.
“Habito un tiempo y convivo con una sociedad que me crea un constante conflicto. Este es uno de los principales motores de mi trabajo. Una tensión que me provoca buscar la manera de operar dentro de los diferentes entornos, preservándome, preservando mi trabajo. Indago sobre el modo de presentarme dentro de los entornos y en esta tensión encuentro mi herramienta. Desde este lugar creo dispositivos que inviten a entrar en mi mundo y habitarlo por un tiempo. Un mundo en el que el cuerpo se convierte en objeto para fundirse o prolongarse y así revelar lo común del ser humano.
Dotados de una gran experiencia en clubes de todo el mundo, Cecilia Bengolea y François Chaignaud decidieron hacer de los clubes de baile un centro de investigación antropológica. Encontrar una escritura singular para poner de relieve la naturaleza orgánica de estas danzas e instarla en un diseño gráfico apropiado fue un reto por delante para estos curiosos bailarines que para la ocasión se han rodeado de otros tres artistas (Alex Mugler, Ana Pi y Elisa Yvelin) y DJs famosos de la escena Grime de Londres (Elías & Skilliam del sello discográfico londinense Butterz).
En Ottof –hormigas en bereber–, las palabras y los gestos son los depósitos y el eco de una violencia que se quiere transformar. Para esta nueva opus, Bouchra Ouizguen reúne a cuatro mujeres que ya participaron en sus obras Madame Plaza, Ha! y Les corbeaux. Las cinco exploran sobre el escenario con sus palabras y sus cuerpos la cotidianeidad que tiene que ver con sus derechos.
En un solo crudo e íntimo, Faustin Linyekula observa su historia personal a la luz de la historia rica y tumultuosa de su Congo natal. En un diálogo entre la música poderosa de Flamme Kapaya y su propia narrativa, Faustin Linyekula investiga su relación con la danza, el lenguaje físico a través del cual cuenta, desde hace una década, las historias de su país, y busca en su cuerpo vestigios de esa historia brutal. “Una persona tiene que creer tercamente –a pesar de las convulsiones de la historia, de las guerras, de las revoluciones, de los regímenes- en la celebración de la belleza.
Veinticinco metros de collar de perlas, una cabeza de toro embalsamada, pinzas del pelo y un señalizador de bicicletas, son los objetos, o mejor dicho, los sujetos (objetos deslocalizados, desfuncionalizados y subjetivados), los cuales utiliza en la performance. Busca el encuentro cuerpo (=carne, simbólico e imaginario) + objetos (=presencia simbólica del Otro), desbordamiento, superposiciones y desplazamientos generadores de un sentido (dirección y significado) Otro. (Marcela Levi).
En 2014 Marcela Levi y Lucía Russo dieron inicio a un proceso de larga duración que demandaba la participación colaborativa de performers en una investigación sobre la violencia, entendida y experimentada más allá de sus connotaciones inmediatas de aniquilamiento, muerte y destrucción.